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La idea que guardamos en nuestra mente sobre la figura del padre como el hombre que planta la semilla en el útero de la madre, tiene para nuestra consciencia una representación más elevada. 

El padre es la Luz que nos habita, con la cual nos conectamos al universo de infinitas posibilidades bajo nuestro libre albedrío. En la sana conexión Padre - Hij@, podremos sentirnos confiados para establecernos en la vida, para empacar nuestra mochila con la seguridad  de ir a explorar diferentes realidades. No requiero buscar aprobación afuera, ya la tengo y la siento dentro de mí.

El padre, la representación del masculino que lleva la fuerza para dar continuidad a la experiencia evolutiva de nuestra alma.

En el útero de nuestra madre navegamos en las primeras aguas, todo allí es abundancia; venimos unidos a ella por el cordón que nos nutre, que nos alimenta. Es este nuestro primer hogar.

Cuándo nacemos, continuamos vinculados a su energía a través de Gaia, madre tierra. Recibimos su aire, el agua, las plantas; nos enseña sobre los ciclos de la existencia, el poder de nuestras raíces y como todo en la vida se gesta antes de brotar. 

Si puedo reconocer la abundancia en la creación de mi ser, podré interpretar de igual forma el amor de la energía femenina. Tendré la certeza que estoy siendo sostenido, sentiré el valor de los recursos que me habitan porque la grandeza de la madre se experimenta en mí.